martes, 29 de marzo de 2011

La ocasión la pintan calva...

...y hay que cogerla por los pelos, dice un viejo refrán español.

Desde que, en 1979, el PSOE abandonó el marxismo y abrazó el capitalismo (Felipe González dio a elegir entre Carlos Marx y él, eligiéndolo a él), la deriva del PSOE hacia la extrema derecha económica y social ha sido vertiginosa.

En su camino ha arrastrado al PC, siempre a remolque de los socialistas, dejando un vacío absoluto en la izquierda del espectro político español y a los españoles en general y a los trabajadores en particular en el más completo de los abandonos frente a un capitalismo feroz y dieciochesco que amenaza con acabar con todos los logros sociales alcanzados en el siglo XX.

En los tres últimos años, hemos visto como han subvencionado a la banca que, en los cinco años anteriores había obtenido en tres de ellos los mayores beneficios de la historia (según un dirigente socialista de mi provincia, sólo les habían concedido un crédito que estaban pagando a un buen interés. Un crédito…¡¡¡a la Banca!!!), cuando, por el mismo precio, debían haberla nacionalizado, junto con el servicio de crédito, para, a través de los bancos intervenidos, el Estado concediera a las PYMES y a los particulares los créditos necesarios para sobrevivir a la crisis (la concesión de estos créditos a PYMES y particulares fue la “vaca” que nos vendieron para justificar dichas subvenciones).

Otra de las medidas “sociales” de este Gobierno, ha sido la “banquización” (perdóneseme el palabro) de las Cajas De Ahorro. Tal vez alguno no se haya dado cuenta, ambas son entidades bancarias, pero… los bancos son entidades bancarias con “ÁNIMO DE LUCRO” y las Cajas de Ahorros, entidades bancarias con FINES SOCIALES. Así que, ¡adiós fines sociales!

La congelación de las pensiones, la bajada del sueldo de los funcionarios, la militarización de los controladores aéreos, el despido libre, etc, son otras de las medidas “sociales” y “democráticas”, en “beneficio de los trabajadores”, llevadas a cabo por el Gobierno. Todo ello con el apoyo de los sindicatos de clase (Alta), pesebristas y pesebreros (también peseteros). Parece ser que quieren, unos y otros, instaurar la Dictadura del Proletariado y, habiendo desaparecido los proletarios de nuestra nación en los años 60, se han decidido a fabricarlos como sea.

Volviendo al principio, la “izquierda” no existe y esta es nuestra ocasión. Que nadie me mal interprete. No se trata de “rojistizar” el falangismo, sino de ocupar con nuestra Doctrina Social el vacío creado en la defensa de los trabajadores (si es que la autoproclamada izquierda defendió alguna vez a estos) y denunciar insistentemente la ultraderechización (así, con el “ultra” delante) de quienes detentan canallescamente la representación absoluta de los trabajadores.

Fdo: Pablo L. Gutiérrez Bengoa

jueves, 10 de marzo de 2011

¡¡ A LA CALLE QUE YA ES HORA!!

¡¡A LA CALLE QUE YA ES HORA!! Todos nos acordamos de este lema, lanzado desde aquella falange, “renovadora”, y que pasado el tiempo se diluyó, como azucarillo, en el café con leche de la ilusión de todos los militantes de aquella hora esperanzadora. Motivos para salir a la calle nos sobran, ganas también, el momento histórico que atraviesa nuestra patria, y nuestros connacionales demanda salir a pie de calle y anunciar que hay solución a los grandes males que sufrimos. “A la calle que ya es hora”, sigue vigente, como acicate para movilizarnos y anunciar, que existe una tercera vía llena de esperanza para todo aquel que quiera acercarse a nosotros, y dejar de un lado el miedo, y el recelo implantado durante treinta y seis años en el inconsciente colectivo desde los medios de comunicación, afines a los dos partidos del régimen.

Voluntad y activismo se están realizando, materializándose en actividades, a pie de calle, acercando a la gente nuestras propuestas; demostrando la validez del nacionalsindicalismo, encarnado en el movimiento político falangista -hoy dividido en grupos-, que a día de hoy muestra su voluntad, a pesar de las diferentes tendencias y recorrido político vivenciado durante la transición hasta el día de hoy, de caminar en la misma dirección y como muestra de buena voluntad, baste recordar el encuentro mantenido el “Día del partido “, celebrado en la ciudad alicantina y organizado, por Falange Autentica, en el cual: FE-JONS, FA Y MNF, celebraron una mesa redonda a tres bandas, para reflexionar – haciendo un verdadero, análisis de autocrítica-, cual es el camino a seguir, para que nuestras ideas conquisten el corazón de nuestro pueblo, hoy día esquilmado por la casta política. Espero que el camino iniciado ese día, no se quede en papel mojado y de verdad seamos capaces de plasmar en una hoja de ruta, los objetivos que nos catapulten hacia la tan ansiada “Conquista del Estado “, tan soñada por nuestros fundadores, pues está en juego la propia existencia del Nacionalsindicalismo, y la de todos aquellos que creemos y luchamos por su realización material, para la salvación de nuestra patria.

José Alfonso-MNF

jueves, 3 de marzo de 2011

¿A más seguridad, más libertad?

Con la entrada en vigor de la nueva etapa de la “ley antitabaco”, porque otra etapa es de la que debe ser la primera ley que se aplica por pasos, vuelve a la calle y, sobre todo a las tabernas, el debate de la libertad individual frente a la libertad comunitaria o social, un debate evidentemente bastante velado, pues todos sabemos que cosas de más altura que un gol en fuera de juego no son debate habitual en España, pero debate al fin y al cabo, y es que al menos alguien se pregunta por la libertad en un sistema tan “democrático” como el nuestro, al menos se respira una cierta preocupación por la situación de la libertad en nuestro país.

No deja de ser triste que tenga que ser un tema como el susodicho del tabaco en los locales públicos cerrados, el que levante los ánimos de los españoles, tan acostumbrados a aceptar todo lo que les venga impuesto desde el poder, pero al menos la discusión se ha presentado, ¿significa eso un asomo de rebelión entre el conservador pueblo español? ¡ojalá!, pero no lo creo. Al fin y la postre, se impondrá el atroz egoísmo en que nuestra sociedad vive, al final cada cual intentará buscarse su solución y, probablemente, la encontrará.

Y es que esta anécdota del tabaco, que no creo que sea más que eso, una pequeña anécdota dentro del pandemonium nacional, me ha vuelto a recordar un debate de más profundidad y que sigue ahí desde hace bastante tiempo: no es otro que la disyuntiva seguridad vs libertad, ¿es una sociedad más segura una sociedad más libre? ¿acaso es incompatible la libertad con la seguridad? ¿estamos dispuestos a perder derechos individuales para preservar otro derecho individual como la libertad? ¿se aprovechan los poderes, sobre todo desde el 11-S, del miedo a la inseguridad para socavar las libertades individuales? ¿procede la pérdida de libertad, de intimidad, para sentirnos más seguros? Y muchas preguntas más que pueden surgir de tan delicado tema. Mi postura la tengo clara: no se puede perder la libertad en beneficio de la seguridad, porque esa misma pérdida de libertad genera inseguridad, sobre todo inseguridad moral o intelectual y yo prefiero esta a que me rompan el espejo lateral del coche.

Prohibiciones de toda clase, escáneres que despelotan en los aeropuertos, cámaras de seguridad por toda la ciudad, cámaras y camaristas que te vigilan en los estadios, policías y guardias de seguridad por doquier, porteros rumanos que te avasallan en cualquier taberna nocturna, restricciones y censura en los medios de comunicación, identificaciones policiales aleatorias (¡ay del sacrosanto derecho a la presunción de inocencia!), restricciones a los derechos de reunión y manifestación, y un largo etcétera de ataques contra la libertad en nombre de la seguridad, ataques a los que nos hemos acostumbrado, tan acostumbrados como que estamos en estado de alarma y todos tan tranquilos. Pero yo, ni me acostumbro ni quiero acostumbrarme a ser vigilado constantemente, a ser constante objeto de observación de los poderes policiales y políticos.

Entre la “ley del más fuerte” y la “ley de la Unión Soviética”, hay todo un mundo, y en ese mundo cabe una comunidad humana segura y libre, en la cual no tenemos que renunciar a la libertad para ganarnos la seguridad.

Como siempre, los poderes temen, temen al pueblo y lógicamente, temen por su seguridad y por su libertad si al pueblo se le conceden ambas cosas, pues concederle al pueblo seguridad y libertad, significa haberle concedido antes educación, significa haber conseguido antes un pueblo desarrollado moral e intelectualmente y eso, eso no es bueno para el poder, porque el pueblo que se siente libre y se siente seguro pedirá algo más y no permitirá los abusos que constantemente se producen contra él.

Un pueblo desarrollado, educado, con valores espirituales y humanos, jamás será un pueblo inseguro y será un pueblo libre, y no hablo de la Utopía de Tomás Moro, ni de sociedades idílicas, hablo de una sociedad en la existirá el crimen y la violencia (tan inherentes al ser humano), pero dentro de unos límites que la comunidad misma sabrá imponer. Comunidad que sabrá imponer sus normas, que sabrá apartar al que la perjudica sin necesidad de perder su preciada libertad, que sabrá apartar al parásito, al ladrón y al criminal y no los encumbrará al Olimpo de la fama televisiva o gubernativa como actualmente vemos sucede.

Y es ahí a donde tenemos que ir, es ahí a donde tenemos que dirigir los recursos: a la prevención, y no hay mejor prevención que la educación y la vuelta a los valores humanos.

No por más policía que tengamos, no por más leyes prohibitivas que se dicten, no por más restricciones a la libertad que se impongan vamos a ser más seguros, pero si seremos menos libres. Y lo podemos comprobar mirando las estadísticas de delincuencia en España, y es que pese a todo, pese a la creciente presión policial y pese a las restricciones sociales la delincuencia, la inseguridad no decrecen, y si no suben más lo más probable es que se deba a que no salimos a ciertas horas, no vamos a ciertos sitios, no dejamos solos a nuestros seres queridos, si no suben más es porque tenemos miedo sin ser más libres.

Fernando, de la MNF