Ya llegó el torbellino de
recortes con tijeras de podar, y como todos ya sabíamos y esperaban, el Partido
Popular, bendecido por la comisión trilateral, ha cumplido con el trámite
continuista del régimen Juancarlista. Nada nuevo bajo el sol: los dos partidos
del régimen aplican de forma implacable la medida capitalista, más brutales, los
socialistas aplican unas medidas que allanan el camino y el PP otras que las rematan; medidas todas ellas que
favorecerán a las oligarquías empresariales y financieras, cuyo devastador
efecto estamos sufriendo ya en nuestras
propias carnes. Solo quedamos nosotros para decir el voz alta: Ni amos, Ni banqueros,
Ni monarquía borbónica, Ni partidos sustentadores del régimen oligárquico
de familias cortesanas, que detentan el
poder real, y que ayudadas por los partidos PPSOE, siguen enriqueciéndose, a
costa de pauperizar a las clases más pobres de la sociedad española. Alcemos de
nuevo la bandera, alcemos al viento el grito de esperanza: Patria y Revolución,
porque sigue vigente, porque es necesario, porque es nuestro deber de
Nacionalsindicalistas, porque se lo debemos a José Antonio. Ahora qué…..? , esa es la pregunta que algunos nos hacemos, en
especial los que nos consideramos Falangistas, y creo sinceramente, después de tantos
años de lucha política, está España en descomposición, que no nos gusta; el mejor
homenaje que podemos brindarle, es el de tomar las riendas de nuestra patria,
para implantar un Estado Sindicalista de Trabajadores, donde la justicia social
impere en todos los ámbitos del estado y la sociedad. El PP cuyo único
propósito es ni más ni menos, que el apuntalamiento del régimen surgido durante
la transición del 75 y en consecuencia,
la aplicación de los planes trazados desde Bruselas, planes ya trazados por los
que realmente controlan el mundo, y de los cuales ya hemos hablado: trilateral
y club bilderberg, que son los que realmente rigen en todos los ámbitos de
nuestras vidas.
Los partidos, PP y PSOE, sólo se limitan a aplicar las órdenes,
derivadas de los acuerdos, adoptados por los miembros de este selecto club;
por lo tanto, me da igual pues los dos
partidos, cumplirán con los
mandatos de los verdaderos amos del
mundo. Desde la MNF aplaudimos las protestas
de sindicatos y estudiantes, salvando las diferencias que puedan existir; pero
sintiendo envidia sana pues ellos son capaces de salir a la calle, para pedir
justicia social y denunciar la avaricia del glotón sistema capitalista.
Nosotros como Falangistas, desde nuestros principios, y desde nuestras propuestas revolucionarias debemos de
tener fe en nosotros mismos, sabedores
de que somos capaces de alcanzar para el bien de nuestra Patria y el de nuestros
connacionales, la liberación del yugo liberal capitalista y del régimen que lo
sustenta. Así sea.
José Alfonso, MNF
Esto no puede ser la misma MNF que ayude a crear,estais muertos,no os veo no hay fuerza no hay actitud,no hay aptitudes,¿donde esta la MNF?
ResponderEliminar¿Y donde has estado tu todo este tiempo, hace mucho que no sabemos nada de ti?
EliminarPese a las diferencias ideológicas, hay que encontrar puntos en común y apoyar a los que salen a la calle a protestar.
EliminarPreparandome,formandome,para poder aportar algo algun dia, no tenia ni suficiente nivel ni formacion ni conocimiento.¿Donde he estado? aprendiendo.
EliminarPor cierto ¿quien eres Fahrenheit 451? :D
Nuestras Bases: Análisis ámbito estatal
ResponderEliminarI El Régimen constitucional
(a) La función del Rey
Solemos escuchar la queja que el Rey «no sirve para nada», y que recibe de las arcas públicas un dinero que no se gana. Esta protesta vulgar indica ceguera o pereza mental. Para nosotros, el Rey ha demostrado, en momentos oportunos, que la Monarquía sí sirve, y lo que cobra de los presupuestos del Estado no es mucho para los beneficios que ocasiona a los intereses que debe cuidar.
El Rey garantizó de forma ejemplar el tránsito de los españoles de la dictadura despolitizadora a la democracia desnacionalizadora. Gracias a su intervención se evitó una ruptura peligrosa para los intereses de la oligarquía económica española. Gracias a su habilidad se logró conjurar la amenaza de un movimiento desestabilizador, del signo que fuera, que diera al traste el montaje del nuevo Régimen político asentado en la casta de los partidos y «autonomías» regionales.
Fue gracias al Rey como se pudo entregar un territorio español, y unos españoles, al despotismo cleptocrático y asesino del Régimen alauita. Gracias al Rey la «joven democracia» española aceptó que algunos hasta entonces ciudadanos del Reino fueran secuestrados, torturados y desaparecidos en «guantánamos» de su «hermano mayor» Hassan II. La «modélica transición» pudo asumir la carga de dejar abandonados antiguos ciudadanos del Reino gracias al Rey Juan Carlos I.
Fue también gracias al Rey, como el Ejército y las F.O.P. aceptaron, aún a regañadientes, el papel momentáneo de «poco fiables», a quienes el propio poder político hizo sospechosas de «ruido de sables» para asustar a las fuerzas que aún planteaban la ruptura con lo heredado del franquismo. Uno de los «poderes fácticos» del Régimen anterior debía ser despreciado y semisacrificado en la transición para servir de pararrayos y dejar intacto el prestigio y los intereses de los demás, Y qué mejor para tal sacrificio que el signo del poder más visible de la dictadura (Franco era un militar) y más a causa de la historia reciente de la nación, donde el Ejército y las F.O.P. fueron, junto a cierto sector político, los más comprometidos con la represión comportándose como tropas de ocupación. Cuando ciertos militares se hartaron de cumplir ese papel, sintiéndose patos de feria que tiraban al vertedero cuando eran abatidos (en los años de más asesinatos etarras y funerales vergonzantes) y trataron de torcer ese camino con la doble intentona del 23-F de 1981 («Golpe duro» del General Rojas o «Golpe de Timón» del General Armada) el Rey manejó las opciones. Al final, tras estropear el «loco» de Tejero la maniobra «salvadora» de Armada, fue el Rey quien decidió asegurar el rumbo más conveniente para los intereses de la cupulocracia política y los poderes económicos.
Gracias a su papel de «figura histórica» y «mejor embajador de España», el Rey ha logrado que gentes de antiguas colonias se alisten hoy en sus ejércitos profesionales y mueran defendiendo los intereses del Reino. Las leyes de extranjería que él firma han facilitado esta tarea.
Si el Rey ha amasado una gran fortuna gracias a los manejos de varios amigos reales, y también a cierto préstamo de las monarquías árabes nunca pagado, es porque un monarca parlamentario no puede ser un monarca pobre si debe ejercer su papel con eficacia. Por ello no podemos decir que el Rey no sirve para nada o que cobra mucho.
(b) La Monarquía del Gran Partido de la Burguesía
ResponderEliminarFormal y jurídicamente, el Régimen que tenemos no es ninguna expresión política de estamentos vasallos del Rey, ni tiene que ver con un despotismo ilustrado. Las supuestas críticas que pretenden desacreditar esta Monarquía acudiendo a imágenes anacrónicas son una estafa. Quien ataca formas del pasado ha de ser descalificado por «combatir» con fantasmas, en lugar de hacerlo contra el poder real actual. Este Régimen es un estado moderno de derecho y es oficialmente una Monarquía Constitucional y Parlamentaria. Y basta un vistazo para comprobar que tenemos una Monarquía de Partidos, pues son las cúpulas de éstos quienes determinan, en listas cerradas, los miembros de los Parlamentos nacional y regionales, debido tanto a la ley electoral (aprobada antes de las primeras elecciones) como al funcionamiento interno de los partidos, pero, sobre todo, por causa del poderoso cinturón mediático que los respalda y encubre.
Esta Monarquía de Partidos ha sostenido e implementado los equilibrios oligárquicos político-económicos de la Dictadura, haciéndolos converger con nuevas minorías burguesas ascendentes, tanto de las regiones del interior como de las regiones periféricas, que ejercieron una muy leve y solapada oposición antifranquista. Otro vistazo, menos simple quizás pero no menos claro, demuestra que los partidos del Régimen (PP, PSOE y neofeudalistas) han representado siempre al bloque oligárquico-burgués de unas y otras regiones. Por eso la llamamos también Monarquía del Gran Partido de la Alta Burguesía. Tras más de siete lustros de despolitización de la Dictadura franquista han venido siete lustros de desnacionalización de la Monarquía juancarlista, dos procesos exigidos por la Alta Burguesía. El nuevo Régimen es, también en esto, heredero natural del anterior.
El bloque oligárquico-burgués que domina España ha logrado mantener su implacable proceso de acumulación ingente de capital durante estos siete lustros de «Democracia» sin mucho sobresalto, no sólo debido a los servicios de su «Partido Único con varias siglas», sino gracias a la figura del Rey y a sus intervenciones. Cierto es que sería lógico que el Rey cobrase de los Consejos de Administración del Banco Santander, BBVA, Endesa, Telefónica, La Caixa o Acciona, pero ¿Acaso no son los bancos los que financian al Gran Partido de la Burguesía indirectamente, a través de las deudas que los partidos tienen con ellos y cuyos cobros son aplazados indefinidamente?
En esta Gran Recesión iniciada en 2007, el bloque oligárquico-burgués pasa por dificultades mayores. Ciertos portavoces patronales andan temerosos pues, si bien es cierto que les conviene un alto número de parados, la lista de desempleados es enorme, y prevén algunas revueltas cuando falle la «economía sumergida». Los continuos engaños políticos, los casos de corrupción, así como las disputas entre las tenazas estatales del Gran Partido de la Burguesía, han desacreditado a la clase política. Al igual que ocurre en otros países, el descrédito es mayor para la tenaza «progre» por sus «recortazos» para salir de la deuda soberana. Además, como la mejor forma que encuentra cada tenaza del Gran Partido de la Burguesía (PP y PSOE, tan de acuerdo en lo sustancial), para mantener el afecto de sus acólitos no pagados, es acusar a la otra punta de tenaza de ser aún peor que ella, tal cálculo cortoplacista está perjudicando la imagen y el funcionamiento «normal» de las instituciones. Así pues, el bloque oligárquico-burgués no puede contar tanto con su «Partido Único» estatal para afrontar los sobresaltos de esta crisis estructural del Capitalismo. Por eso el Rey cobra un protagonismo que hubiera sido impropio en otra legislatura de estos «Treinta Años de Democracia», convirtiéndose en impulsor de nuevos «Pactos de la Moncloa».
ResponderEliminarQue nadie diga que la Monarquía del Gran Partido de la Burguesía no sirve para nada y cuesta mucho. Cuando empiezan a fallar las cúpulas del Gran Partido, atrapadas en sus querellas propias e intereses inmediatos, el monarca interviene sirviendo a quien tiene que servir. El problema es que la Dinastía sirve a los intereses de los menos, en vez de a las necesidades de la nación, los más. Nuestra tarea es denunciarla por estar al servicio de los intereses antinacionales y antipopulares de la oligarquía altoburguesa, y no del bien común de los españoles. Es imperativo rechazar la crítica fácil, la que, por interés o desidia, esconde el papel fundamental del Rey apelando a la envidia del vulgo necio, el mismo al que, en otras jornadas, se le cae la baba ante la fanfarria monárquica.